martes, 26 de julio de 2011

Los días perros

Hay días en que una se levanta perra, sin ganas de ná, dispuesta a vegetar sobre cualquier superficie medianamente cómoda y a no usar ni una neurona de más. Lo malo es que, normalmente, esos días suelen coincidir con los lunes (o con días muy parecidos a los lunes). Y hay que disimular.
En una oficina es fácil: llenas la mesa de papeles, abres una hoja de Word (ya escrita) por si viene el jefe y te pasas la mañana hablando por teléfono, navegando por la red (siempre que no esté capada) y tomando cafés. Unas cinco o seis veces. Y, si tienes mucha, mucha suerte, a lo mejor puedes escaquearte pronto y seguir vegetando en el sofá de tu casa.
Quienes trabajamos desde casa lo tenemos ¿más fácil? No. En una oficina transmites tu perrería a los demás, que están tan perros como tú, y vegetáis juntos. En casa, con la única compañía del portátil y del teléfono, la única opción es llamar a una amiga y hablar de cualquier cosa, menos de trabajo. Porque el resto de opciones (hacer las camas, ir a la cocina y ver la ropa sin lavar, el fregadero lleno de platos de la noche anterior, el suelo como si hubiera pasado por allí una piara de cerdos… o pasar por el salón y alucinar con la cantidad de migas que puede absorber tu suelo…) no se contemplan. El día perro es perro total, perro carlino si me das a elegir.
Así que hoy estoy perra. Y me encanta.

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