miércoles, 10 de agosto de 2011

Improvisaciones


Soy muy cuadriculada. O quizá no tanto. Pero sí necesito tener cierto control de lo que sucede a mi alrededor. Solo con una planificación adecuada se puede improvisar. Y así es como llevo mi vida, más o menos. Sé lo que tengo que hacer con días de antelación y no me importa cambiar planes porque reubico en un momento las tareas.
Por eso, cuando ayer acabamos la noche en casa de unos vecinos a las tres de la mañana, más felices que nada tras ver cómo caía una botella tras otra… ya sabía yo que hoy sería uno de esos días perros. Madre mía... Lo que empezó con un ‘chica, deja que los niños se queden un rato a jugar’ tras la piscina, continuó con un ‘pasad, nos echamos unas cervezas y que el costillo prepare el pulpo que había para la cena ‘ y terminó con un ‘mamá, que me quiero ir a casa, que estoy molido y vosotros no hacéis más que reír’… Normal. A lo tonto, le vimos el culo a tres litronas, una botella de vino blanco, una de cava y una de ron. Entre cuatro. Y, curiosamente, no tengo resaca. Eso sí, el despertador ha estado a punto de salir volando cuando ha sonado a las 7.30.
Así, sin premeditación, tenemos nuevos amigos. Nos han abierto las puertas de su casa, nos hemos reído hasta que se nos saltaban las lágrimas a los cuatro, hemos cortado unos cuantos trajes a los pijos de la urbanización y hasta hemos tenido tiempo para la autocrítica. Y estoy deseando que esta improvisación se repita. De momento, hoy a la piscina llevamos Martini.

No hay comentarios:

Publicar un comentario