miércoles, 17 de agosto de 2011

Viajes de trabajo. La ropa, el outfit o la madre que lo parió (II)


Lo estás haciendo mal, muy mal
Cuando se teletrabaja, se tiende al chandalismo o al pijamismo. Como no hay que pasearse por la oficina, vivo en ropa cómoda, nada de zapatitos monos y, mucho menos, maquillaje. Un considerable ahorro de tiempo, dinero y comeduras de tarro mañaneras. Pero, claro, tiene sus inconvenientes: cuando viajo nunca sé qué llevarme. Hay camisas en el armario que hace seis meses que no me pongo, no sé si los pantalones negros me entrarán o no, ni siquiera si no se me ha pasado el tubo de maquillaje y cuando quiera ponérmelo voy a ser una versión moderna de Morticia Adams. Así que la maleta, en realidad, empiezo a prepararla cada temporada. Saca toooooda la ropa del armario. Pruébatela sin machacarte mucho cuando veas que el montón de retirada es muchísimo mayor que el de ropa que puedes usar. Ordena por categorías: arreglá pero informal, reuniones, paseítos familiares y zarrios varios. Y, ahora, date cuenta de que tienes que poner la paloma de la Visa patas arriba para tener lo básico, a saber:
  • Un conjunto elegante. No hace falta que sea un traje de chaqueta (hace viejuna, es incómodo y el pantalón –o falda, para las más exquisitas- acaba más ajado que la parte de arriba por su continuo paso por el ciclo lavadora-secadora-plancha). Mejor un pantalón comodín (negro, gris, marrón, camel… según la temporada) y algo con clase por encima (camisa, top, jersey…). Además, en la lucha con la micromaleta sales ganando: el mismo pantalón puede usarse dos días.
  • Un buen par de zapatos, sandalias o botas. Merece la pena invertir en esto. Un zapato de salón, con o sin tacón, arregla cualquier look, incluso hace elegantes unos vaqueros. Ficha los outlets cercanos y saquéalos sin compasión al final de temporada. Yo tengo zapatos de marca por menos de 20 euros en todos los colores básicos.
  • Partes de arriba combinables. Camisas que puedas lucir solas, por debajo de un jersey o como complemento chaquetero. Jerséis de punto fino y escotazo que van a pelo para la noche o con un tank top debajo para el día. El universo es (casi) infinito.
  • Bolso. No es necesario que sea de marca (aunque es conveniente tener uno, de color básico, por si acaso: outlets, outlets, outlets), pero sí curioso. Es decir, de tamaño apropiado (los míos son siempre enormes, así yo parezco un poco más menuda), en una gama cromática discreta (olvídate del verde flúor por mucho que sea lo más en las revistas de moda) y con las cosas justas. Si vas de lado porque te has dejado el sherpa en el aeropuerto, algo estás haciendo mal.
  • Complementos. No eres un árbol de navidad, así que la máxima de menos es más grábatela en la frente. Si llevas pulseras, decide: o varias pequeñas o una maxi (que se puedan quitar fácilmente, no hay nada más horrible que oír el tintintin de la pulserita mientras alguien escribe, una eximente en caso de asesinato oficinil, seguro). Anillos… yo no uso, como mucho uno que me acabo quitando a los dos minutos. Aquí sí se permite la ostentación si solo es uno. En cuanto a pendientes, collares, broches, pañuelos… repito, menos es más. Antes de salir para la reunión, mírate al espejo y deja una cosa de las que llevas. Es un win-win fijo.

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